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Abraza un Árbol

  • Foto del escritor: MUJER ÁRBOL
    MUJER ÁRBOL
  • 25 jul 2019
  • 3 Min. de lectura


Tenemos tal vínculo con la vida y con lo que nos rodea que, cuando llega el momento de despegarse y soltar, un desgarro inminente y poderoso de apropia de cada parte de uno mismo.


Se convierte en una tortura hacia el despertar, un suplicio cargado de una curiosa belleza, un dolor en el palpitar de un corazón que comienza a desprenderse de lo que no es suyo, como se desprenden las hojas en otoño, cómo cuando cae el fruto del árbol ya maduro, como el despertar de una libélula al salir de su crisálida y experimentar la vida por primera vez.

Quizá te encuentras ahí, soltando dependencias, emociones, relaciones, ataduras... Para comenzar otra etapa donde seguir en el intento de ser libres, libres por fin.

Cuesta soltar amarras, retirarse de la batalla y dejar de fingir y buscar responsables.

Cuesta aceptar...

Buscamos una vía de escape que casi siempre nos devuelve al mismo lugar, intentamos salir corriendo para después tropezar de nuevo con la misma piedra, intentamos frenar, ir contracorriente...no hay manera, no hay escapatoria.


Entonces, después de un tiempo luchando con los mismos fantasmas, que se deslizan juguetones por la mente abstracta, vacilando, enfadando...desatando un profunda impotencia por no conseguir destruirlos, es entonces cuando no queda otra que abrazarlos; arrodillarse y en un acto benévolo de humildad, abrir los brazos y ceder ante la vida y sus intensos caprichos.


Llegado este momento, la sensación de duelo se vuelve aún más dura pues empezamos a retirar esa venda que no nos dejaba ver; solo hace falta un gesto, una voluntad guerrera ante la inmensidad del trabajo que te espera... y a la par, todo se vuelve más visible, menos volátil, más real; deseando celebrar ese hallazgo con momentos de desesperado llanto en liberación; hermoso momento para abrazar un árbol y descubrir todo lo que la Madre puede ofrecer.


Hace tiempo, una gran amiga me dijo:

"Ves ese árbol? Tu has de ser el árbol, las raíces bien ancladas, un tronco fuerte y firme y sus ramas flexibles para acatar la vida tal y como venga, buscar la luz, siempre hacia arriba y siempre bien anclada"

A partir de ese momento, abrazo árboles, cada vez que salgo al bosque, en un parque, en la plaza, ahí están siempre dispuestos a mostrar su apoyo incondicional, su cobijo y protección.


Absorben lo que es tóxico y lo trasmutan hacia la profundidad de la tierra, sin filtros, entregados y receptivos. Calman la ansiedad, relajan el sistema nervioso, ayudan a que tú organismo libere serotonina y endorfinas, activan el corazón y sanan los cuerpos sutiles y sobre todo, siempre están cuando los necesitas, siempre amando.


Ellos se desprenden de lo que ya no les sirve, saben que en ciertas estaciones toca soltar, para seguir el ritmo vital, para continuar los ciclos que inevitablemente llegaran para después volver a soltar...


Ellos nos enseñan la paciencia, la quietud, el equilibrio entre fuerza y vulnerabilidad, ellos se relacionan para protegerse, ayudarse y nutrirse, se comunican y a su manera, se abrazan...Saben que son independientes del resto de los árboles, y aún así se relacionan en un hermosos lazo de unión a través de sus raíces; siempre libres y con la implicación adecuada y generosa, en estado de aceptación y buscando recibir lo que les hace crecer y soltar aquello que puede enfermarles, o resultan una amenaza en su desarrollo.

Asumen lo que las naturaleza les da y buscan la manera de encontrar el equilibrio con lo que pueden obtener de la misma, se deshacen de aquello que ya no les sirve y así mantenerse en armonía constante.


Por ello, estés en armonía o en búsqueda de equilibrio, te sientas feliz o en proceso de serlo, si lo sientes o lo quieres probar, aunque no creas en ello, si un árbol te llama la atención, seas mayor, pequeño, anciano...lo necesites o no...Abraza un árbol, siéntelo, déjate sostener, suelta aquello que no quieres, ríe con él, llora con él, grita, implícate y permite que él te cuide y te proteja, permite-te fundirte y sanar, su tacto es amable y su energía sutil y tierna, agárrale, habla con él, dile lo que sientes, te escucha, no lo dudes, te ama tampoco lo dudes, te cura y te envuelve en serenidad y nueva y fresca sensación de realidad.








 
 
 

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Laura Giner

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