LA TORMENTA Y YO

Cuando era pequeña y hacía tormenta, solía asomarme a la terraza de mi habitación y sentir ese olor a lluvia, a tierra mojada, ese silencio especial que anticipa una ráfaga luminosa y amenazante que parecía, iba a colarse por mi balcón y fulminarme en ese preciso instante. A veces, me lo imaginaba, imaginaba que desaparecía tras esa luz y viajaba a otros mundos, a otros planos, libre y a salvo... Me gustaba bautizarme con las primeras gotitas, asomaba mi rostro inocente y travieso esperando que ese momento misterioso y eterno trajese un mensaje nuevo y resuelto, y lo hacía.. por supuesto que lo hacía... Casi siempre ese mensaje era el mismo: "suelta pequeña, suelta y libera, serás libre y feliz, límpiate con esta agua pura y nueva y ten fe, pequeña, ten fe!!" Después de unos años, comprendí que en días de tormenta buscaba refugio en mi, el mundo que conocía se paraba ante mis ojos para dar paso a mi interior, donde respirar y descansar de esa antesala agotadora a esa tormenta que llevaba mucho tiempo en movimiento, que amenazaba, cuando el calor de un bochorno primaveral, aterrizaba en mi cabeza haciéndome sentir pesada y cansada. Esos truenos golpeaban mi pecho de hermoso cobijo y hacían sonar en mi interior tambores lejanos, de hermosos paisajes verdes y prados salvajes con los que volvía a mi naturaleza guerrera y consciente. Por fin, la tormenta azechaba y descargaba su ira en gotas frías de lluvia y viento que regresaban a mi, me refrescaban y sonreía al comprender que yo también estaba soltando... Comprobaba con asombro que yo acompañaba a esa lluvia descargando ira, dolor, angustia.. incertidumbre... temor...y también lo disfrutaba, me sentía acompañada y comprendida. Amo la tormenta y amo ese ambiente oscuro y taciturno que me lleva a la infancia y a ese refugio que me recuerda que sólo yo puedo rescatarme... ...y que... escuché y creí ese mensaje, la voz de la tormenta realmente me hablaba, y finalmente, su mensaje, era cierto! La fe me llevó a la felicidad y la libertad.